Por Esteban
Rodríguez
Una lista está hecha de ocio, y como dijo Mario Levrero,
el ocio lleva tiempo: “No se puede
obtener así como así, de un momento a otro, por simple ausencia de quehacer.”
“El ocio no tiene una sustancia en sí mismo (…); el ocio es una disposición del
alma, algo que acompaña cualquier tipo de actividad; no es la contemplación del
vacío, y menos aún el vacío mismo; es, cómo decirlo, una manera de estar. Sentarse
en un sillón sin hacer nada no implica necesariamente ocio; y lavar los platos
puede implicar ocio, si uno tiene la disposición adecuada”.
Esta lista, entonces, no está hecha con los mandados pendientes o las tareas inconclusas, sino volviendo sobre algunos momentos cotidianos a través de los cuales fuimos descubriendo ese-ocio. El ocio no está asociado al verano ni al fin de semana. Buscamos el ocio en cada momento de la vida cotidiana, hasta que se fue transformando en el insumo secreto de nuestras apuestas políticas, laborales o afectivas.
Esta lista, entonces, no está hecha con los mandados pendientes o las tareas inconclusas, sino volviendo sobre algunos momentos cotidianos a través de los cuales fuimos descubriendo ese-ocio. El ocio no está asociado al verano ni al fin de semana. Buscamos el ocio en cada momento de la vida cotidiana, hasta que se fue transformando en el insumo secreto de nuestras apuestas políticas, laborales o afectivas.
- Desayunar con
mate y tostadas mientras el sol entra por la ventana. Demorarse un rato,
quizá atrapemos algún sueño: señal que estamos descansados.
- Zambullirse en
la escritura con música de piano como telón de fondo. Puede ser Marta
Argerich, Glenn Gould o el Liszt de Kissin. Salvo los domingos, que me
gusta masticar los diarios.
- Ir a la feria
por verduras, frutas, pescado, quesos y jamones. Si la heladera está
llena, jugamos al tenis.
- No olvidar la
siesta (Como dijo Perón: “el que duerme la siesta tiene dos mañanas”).
- Anular la
tarde a través de la lectura (nunca me gusto esa hora del día). Siempre con
música de fondo. Esta vez, puede ser algo más folk-pop tipo King of
Convenence, Elliot Smith o Cat Power (la música en castellano me distrae).
También Dylan o Neil Young.
- A lo mejor continuamos
escribiendo (si tenemos la suerte de no preparar alguna clase).
- Si ya
florecieron los jacarandas o explotaron los tilos, salir a caminar por la
ciudad (de lo contrario podemos tomar un taxi. Y si vamos en micro no
olvidar un libro).
- Cenar con
amigos o quedarnos es casa viendo una película.
- Otra vez Chet Baker, Bill Evans, Brad Mehldau o el
viejo Spinetta mientras dormimos abrazados cucharita (sólo en invierno).
No olvidarse tampoco de regar las plantas!
- Todo lo dicho hasta acá se puede dejar de lado cuando
viajamos.
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